La Policía decide crear una sección especial para combatir la delincuencia juvenil

ABC , 14/10/2007Inimputables. Roban bolsos, desvalijan cajeros y tiran de navaja sin pestañear. Son delincuentes, algunos con más de 200 detenciones a los 14 años. Es uno de los problemas más graves para quienes luchan contra la criminalidad de los menores, que año tras año sigue aumentando, y lo que es peor en los asuntos más graves, como los delitos contra las personas y contra el patrimonio (los robos con violencia e intimidación están a la cabeza). El año pasado se abrieron 110.236 diligencias (frente a las 105.262 de 2005) y se detuvo a 94.945 chicos de entre 14 y 17 años, según los datos aportados por la Fiscalía General del Estado (ver tabla) que constata el «incremento generalizado de la delincuencia juvenil».«No cabe duda de que cada vez son más peligrosos y calcan los patrones de la delincuencia adulta; es decir, se especializan, cuando no ingresan directamente en bandas de «mayores»», dice el Grupo de Menores (Grume) de Madrid.La Policía, ante la escalada de delitos y su gravedad, tiene previsto crear una sección específica de delincuencia juvenil enmarcada en la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta de la Comisaría General de Policía Judicial, según han confirmado a ABC fuentes policiales. El proyecto, que figura en los objetivos anuales, lleva aplazándose al menos dos años y en principio está concebido como un servicio central operativo, aunque las estadísticas y el control tendrían también un papel importante.Pero si los menores de 14 a 17 años traen de cabeza a los agentes, los aprendices que ni siquiera llegan a esa edad no les van a la zaga. Los casi niños saben que no les puede ocurrir nada (no tienen responsabilidad penal) y sus padres también. Los cajeros automáticos y grupos de menores rumanos han formado un binomio criminal durante la primavera y el verano en Madrid, en un distrito sí y otro también. «Llegaban tres o cuatro, esperaban a que una persona mayor o una mujer sacara el dinero, le empujaban, le robaban y se largaban», explica un agente. Suelen distraer a la víctima, pero si la maña falla no dudan en recurrir a la fuerza, empujones o golpes e incluso a la navaja.Doble contraseñaSe les coge -la ley no permite ni siquiera reseñarlos como detenidos- y se les ficha por encontrarse en desamparo. La situación llegó a tal punto que algunas sucursales de la capital optaron por pedir a sus clientes una doble contraseña para operar en los cajeros.Veteranos policías, de otro tiempo y de éste, se ven desde hace mucho convertidos en «polis de guardería», en conductores-monitores que llevan y traen a los niños de la comisaría al centro de protección de turno. Porque los padres, en estos casos, no suelen aparecer por más que se les llame. El viejo aforismo de entrar por una puerta y salir por otra es el pan de cada día. Las fugas de estos centros son continuas y los casos se multiplican.Una de las medidas que se está estudiando, dado que ninguna reforma de la Ley del Menor ha abordado la ausencia de intervención penal por debajo de los 14 años, es castigar a los padres por las tropelías que cometan sus hijos. En Madrid, por ejemplo, casi todos proceden de uno o dos poblados marginales de sobra conocidos, tanto ellos como sus familias.«Una vía sería demostrar que los niños no están escolarizados y, por tanto, existe un abandono; otra, la más compleja, pero quizá la más eficaz, sería probar que los padres se aprovechan de lo que los hijos llevan a casa tras los robos. En realidad, sabemos que se los encargan ellos, que los instrumentalizan», aclaran desde el Grume. Pero claro, como mínimo habría que seguirlos hasta la puerta de su casa.No es la primera vez que se recurre a una disuasión de este tipo. Hace unos años ya hubo varios casos de «kale borroka» protagonizados por menores en los que se condenó como responsables civiles a los progenitores por no haber tutelado las actividades de sus retoños. Según fuentes judiciales, sería extrapolable al caso de los rumanos menores sin necesidad de modificación legislativa. Eso sí, con más que cautelas, dado que son delitos cometidos por menores de 14 años que carecen de responsabilidad penal.Varias comunidades autónomas ya se han puesto manos a la obra y se están planteando trasladar de centro y, por tanto, de región durante unos meses a aquellos niños tutelados que hayan delinquido. El objetivo es apartarlos del entorno y disuadir al resto. «Creemos que podría tener efecto y que cundiría el ejemplo en la veintena de chicos que tenemos en comisaría un día sí y otro también -algunos tres y cuatro veces por semana-».Aún es pronto para evaluar si las últimas reformas de la Ley del Menor, que entraron en vigor a finales de 2006, están dando resultados, pero mientras llega el análisis el desánimo cunde -también las Fiscalías de Menores han mostrado su frustración porque la reforma no haya abordado la situación de quienes aún no tienen 14 años-. Las lesiones están a la cabeza de los más de cien mil delitos cometidos por menores (con 17.076 casos) que además fueron autores de cerca de diez mil robos con violencia e intimidación y otros ocho mil con fuerza. Crímenes contra la libertad sexual, contra la vida, violencia doméstica y de género. Todo el abanico criminal.Violencia escolarLa violencia escolar es otro de los asuntos en auge aunque no se especifica en los datos. «Asistimos a una doble victimización y no sólo cuando los agresores no llegan a los 14, también en los otros tramos de edad. En ocasiones, el fiscal es igual de sensible a la víctima y al verdugo y los centros escolares no están a la altura; si pueden ocultan los hechos», asegura Esteban Ibarra, presidente de Movimiento contra la Intolerancia y activista contra las lagunas de la ley del Menor.La Fiscalía de Madrid resalta en su memoria el aumento de «violencia gratuita» en la criminalidad juvenil y cifra este crecimiento en un 5,7 por ciento. Los fiscales de Valencia y Barcelona no ocultan su preocupación por el alto porcentaje de delitos cometidos por menores de 14 años. Violencia, movilidad, falta de registro nacional de antecedentes, procedimientos pendientes, bandas juveniles organizadas.«Hay grupos delictivos de menores organizados de rumanos, de latinos y de skin, algunos casi niños. No se está condenando ni a uno solo por asociación ilícita», recuerda Ibarra. A su juicio urge la elaboración de un «libro blanco» sobre la evolución de la polémica ley y se haga constar cuál es el resultado «del esfuerzo (gasto) que está haciendo la sociedad para la reinserción».CACOS CON DIENTES DE LECHE.La última vez que le vieron por una calle del madrileño barrio de San Fermín iba al volante de un Mercedes, matriculado un par de meses antes. Volvió a dar esquinazo a los agentes de la comisaría de Usera-Villaverde pese a las ganas que le tienen. E. es delincuente desde los once años. Acaba de cumplir 16 y se ha ido perfeccionando. «Es un tipo muy peligroso y violento. Ha intentado embestir a los compañeros varias veces, también a un peatón. Le hemos detenido más de 15 veces por robos con fuerza y robo de vehículo, pero se le podrían imputar unos 30 delitos, y eso que antes de los 14 años no le consta nada», explica un agente de Policía Judicial de esa comisaría.El jueves almorzaron con otro regalo: dos rumanos de 13 y 14 años acababan de robar por el método del tirón a una mujer. El grupito lo componen doce o quince niños más, igual de macarras y desarraigados. Otra treintena de menores forman parte sólo en este distrito del sur de Madrid de bandas organizadas, a veces «trabajando» sólo para ellos y con frecuencia para grupos delictivos de adultos. Si hay que «comerse» una detención, recurren al menor, que como máximo ingresará en un centro de reforma del que se fugará a la menor oportunidad.«Golpe por detrás»E. y sus cómplices roban los vehículos más potentes con el procedimiento del «golpe por detrás», aprovechando la confusión y el descuido. Luego los empotran contra los escaparates de tiendas de telefonía e informática y huyen. Han puesto en peligro con reiteración la vida de otros conductores. Ninguno tiene carné y si un policía se pone por delante no se lo piensan. «O les cerramos el paso, como podemos, o se vuelven a escapar. Cada vez que los detectas, toca jugársela», señala uno de los agentes. Pronto, si no la hacen ya, E. y sus amigos llevarán armas.A «Goyito», un clásico del Grume de Madrid, sólo le diferencia del retrato de E. su estatura. A los policías que le perseguían por Vallecas a veces les costaba verlo detrás del volante. Ha cumplido 15 años, pero a los 12 ya se jactaba de ser delincuente cuando lo detenían -unas 200 veces, calculan, dado que no le contaban como antecedentes-. En una de sus penúltimas «hazañas» cometió tres alunizajes en diez días en el mismo bar, pero algunas noches ha dado tres palos seguidas.No siempre conducía él, aunque pese a que es bajito, no hay coche que se le resista, tampoco escaparates ni bolsos, ni motos. Tras encadenar una fuga detrás de otra de centros de protección de Madrid se decidió trasladarlo a Navarra para apartarlo de su entorno. También ha estado en Murcia y se ha barajado enviarlo a Canarias. Aguantó unos cuantos meses, pero al final volvió a las andadas.